¿Cómo estar solo y sentirme bien? Una pregunta frecuente en terapia que revela la angustia que viven muchas personas que se enfrentan a la soledad, física y subjetiva. Es esta misma angustia la que empuja a las personas a preferir estar mal acompañadas, incluso pese al refrán. La soledad incómoda puede presentarse al quedarse sin compañía en casa, tras la pérdida de un ser querido, quedarse sin pareja, ante la simple idea de envejecer sin compañía e incluso estando rodeado de personas. ¿Nos podemos llevar bien con ella? Pues claro que sí y hoy vamos a hablar de ellos en esta pequeña guía titulada: aprendiendo a estar solo.
Entendiendo la soledad incómoda
Hay que diferenciar entre la soledad física y la emocional, ambas pueden ser incómodas, pero son diferentes.
La soledad física hace referencia a las situaciones en las que estamos exentos de compañía, ya sea de otros seres vivos o de personas en concreto. La mayoría de veces padecemos de este tipo de soledad incómoda sin darnos cuenta y tratamos de evitarla forzando la compañía; ocupamos nuestra agenda y nuestra actividad diaria de muchas cosas para no tener que quedarnos lejos de las personas o para no sentir ese sentimiento de soledad.
La soledad emocional, por otro lado, se puede manifestar mientras estás en el centro de la ciudad rodeada de gente, es una vivencia interior, filosófica y profunda. Es básicamente estar acompañado y sentirse solo.
La soledad incómoda normalmente nos está advirtiendo de algo que dejamos de lado o que no queremos enfrentar.
Los orígenes de la soledad incómoda
¿Qué es lo que tanto incomoda de la soledad? Pueden ser muchas cosas. Por lo general este tipo de sensación de angustia, ansiedad, perturbación o inquietud ante la soledad refleja una incapacidad para profundizar y escucharse a sí mismos.
Cuando las personas huyen de traumas o tienen experiencias particularmente traumáticas sin resolver, suelen rehuir de su eco interno y rechazan el contacto consigo mismos.
Este es un mensaje de aviso que trata de orientar al individuo de que hay elementos concretos en el trato con las personas que nos están anestesiando de un dolor interpersonal no resuelto.
Existen por supuesto otras muchas razones como un abandono reciente, la muerte de un familiar, la formación de relaciones dependientes que generan angustia en la separación, traumas tempranos de abandono, falta de seguridad en sí mismos para resolver eventualidades, incapacidad para establecer contacto emocional con otros, patologías, etc.
¿Estar bien con la soledad?
La soledad no es mala por sí misma. De hecho, hay un tipo de soledad saludable asociada a la individualidad de cada ser humano y es necesario poder conectar con ella, de manera íntegra, para desarrollar madurez emocional a largo plazo.
Este tipo de soledad “apetecible” o sana no es el deseo de estar solo per se, ni de rehuir de otras personas, sino la capacidad de disfrutar de uno mismo durante los periodos en donde no hay contacto con otros. Esta convive y se alterna perfectamente con la compañía en un ciclo armonioso.
La soledad sana te permite conectarte a un nivel profundo e íntimo contigo mismo, tomar distancia, pensar, observar y reflexionar sobre nosotros y sobre nuestra vida.
Hay una salida. Se puede estar bien con la soledad, convivir y aprender mucho de ella, sin caer en la dependencia o en patrones poco sanos. Si podemos gozar de la soledad, luego será mucho más fácil disfrutar también de la compañía.
Podemos buscar momentos del día, íntimos, para hacer un paréntesis dedicado a nosotros mismos, que nos permita darnos cuenta de la vida que llevamos, de qué necesitamos, de qué cosas queremos y qué cosas estamos evitando o rechazando sin darnos cuenta.
el sentimiento de soledad no es fácil. Aprender a estar solo es todo un reto. un La soledad es más un sentimiento interno que no un estado concreto en el que nos encontramos. El sentimiento de soledad puede aparecer en momentos y circunstancias distintos de nuestra vida, incluso cuando estamos rodeados de personas. Todos hemos experimentado en algún momento de nuestras vidas la soledad.
En este sentido, podemos decir que la soledad es parte de la vida. Pero es también un sentimiento distinto para cada uno de nosotros, cada persona explica el sentimiento de soledad desde su historia personal, única y diferente a las demás. Lo que sí es común es que todos tememos a aquella soledad que nos hace sufrir y es importante aprender a estar solo para así gestionar nuestras emociones.
¿Por qué tememos a la soledad?
El sentimiento de soledad tiene que ver con el sentimiento de ser abandonado. Es ese sentimiento de rechazo, de no ser merecedor del amor del otro, lo que nos genera más miedo. Por ese algunas veces podemos sentir más miedo a la soledad cuando más cerca estamos de un vínculo afectivo, y por eso a veces nos defendemos de ese sentimiento des-vinculándonos o poniendo distancia emocional con los demás. También podemos hacerlo al revés, aferrándonos a alguien por miedo a estar solos.
Al sentirnos solos conectamos con la sensación de desamparo, de desprotección y de necesidad insatisfecha, que nos genera miedo, inseguridad, tristeza o angustia. El no poder conectar con el otro (que cuida, protege y acompaña) nos obliga a conectarnos con nosotros mismos, con quienes somos, con nuestros recursos, nuestros miedos y también con nuestro sentimiento de vacío.
El miedo a la soledad se transforma entonces en miedo a estar con uno mismo, a conectar con lo que hay en nuestro interior y descubrir ahí algunas emociones que pueden ser dolorosas: miedo, rabia, tristeza, o sentimiento de vacío.
Aprender a estar solo es un proceso que debemos gestionar
Aprendemos a estar solos durante nuestra infancia. La seguridad que nos da sentir que nuestras figuras de apego, la madre y/o el padre, están presentes nos permite explorar el mundo. Y nos permite también tolerar los momentos en los que están ausentes. Cuando el niño sabe que sus padres están disponibles, aun estando ausentes, se siente capaz y seguro de relacionarse con otros niños, de explorar e investigar el entorno que le rodea. Tolerar la soledad reside en la seguridad que hay alguien acompañando.
“La capacidad para estar solo se basa en una paradoja: estar a solas cuando otra persona se halla presente»- Donald Winnicott-
¿La soledad siempre nos hace sufrir?
En inglés existe la palabra loneliness, para definir la soledad que duele, que nos hace sufrir,el aislamiento social, y solitude, para definir la soledad que nos inspira, que nos permite conectar con nosotros mismos y ser quién somos. Lamentablemente en castellanos utilizamos la misma palabra para definir esta realidad tan compleja, pero es importante que podamos diferenciar las dos soledades.
Como ya hemos ido viendo durante el artículo, hay una soledad que nos hace sufrir, y que tratamos de evitar. Pero la soledad, y la capacidad de estar solo es también algo esencial para nuestro bienestar emocional, es una capacidad personal. La capacidad de estar solo se relaciona con la creatividad. Nos permite conectar con lo más real de nosotros mismos, con la espontaneidad, con lo verdadero, y desde ahí surge lo más creativo. No es extraño que los grandes artistas busquen la soledad para crear sus obras.
Si somos capaces de estar solos, de conectar y sentir nuestra soledad con bienestar, seremos capaces de conectarnos con los demás. Solo desde la aceptación de la soledad, que es la aceptación de quienes somos, de nuestros miedos y nuestras fortalezas, podemos relacionar-nos de una forma real y completa con los demás. De lo contrario, la relación con el otro se puede utilizar para evitar la soledad, y eso implica el riego a sufrir relaciones de dependencia emocional que nos pueden hacer sufrir.
“Es preciso haber asumido una soledad fundamental para poder encontrarse con los otros”. – Catherine Millot-
¿Cómo puedes aprender a estar solo?
Permítete sentir las emociones
El miedo a la soledad esconde el miedo a conectar con nosotros mismos y con algunas emociones que nos asusta sentir. Permítete sentirlas, puede que en la soledad aparézcala tristeza, añoranza, miedo o el sentimiento de vacío, pero al atreverte a sentirlo, podrás comprobar que puedes sostenerlo, y que estas emociones tienen un sentido para ti.
Descubre tu soledad y acéptala
Al atreverte a sentir esas emociones, puedes entender que es lo que es lo que estabas evitando al evitar la soledad. Puede que si evitabas la tristeza o la añoranza por una perdida, por ejemplo, el poder sentirlas te ayude aceptar y asumir la situación tomando un papel más activo y empezando a elaborar el duelo.
Permítete crear
Cuando te demuestres que eres capaz de sostener la soledad y conectar contigo mismo, conectaras también con tus recursos, fortalezas, limitaciones, e ilusiones, que te permitirán avanzar en tu vida de una forma creativa.
Conéctate a la vida
Solos desde esa aceptación de que la soledad es parte de tu vida, y desde conectar contigo mismo, podrás conectarte realmente con la vida. Conéctate con tus gustos, tus motivaciones e ilusiones, explora y descubre libremente lo que para ti tiene sentido y vincúlate con otras personas siendo quien realmente eres.
Reconciliarse con la soledad: ¿Cómo estar solo y sentirse bien?
Muchas veces, las personas que sufren de soledad se sienten incomprendidas, aisladas del mundo y cargadas de un estado constante de asfixia emocional, aburrimiento, ansiedad y desconsuelo.
Todas estas emociones dolorosas solo están tratando de avisarnos de algo. La soledad es un viaje sin vuelta atrás, de confrontación con nosotros mismos.
Hay que tener en cuenta que no todo el mundo puede abordar el tema de la soledad por su cuenta y es importante saber que es completamente válido e incluso necesario ir con un profesional en caso de que el proceso emocional se vuelve abrumador, para que esté de acompañamiento.
También hay técnicas que puedes aplicar por tu cuenta. Cuando estés solo o sola, hazte preguntas concretas que te permitan profundizar en tus sentimientos:
- ¿Por qué no me siento bien estando sola? / ¿Por qué no me siento bien estando solo?
- ¿Qué emoción estoy sintiendo en este momento?
- ¿Siento que estoy solo en la vida?
- ¿Me sentiría mejor acompañado/a con una persona cualquiera?
- ¿Quién me gustaría que estuviera aquí justo ahora?
- ¿Desde cuándo me siento de esta manera?
- ¿Esto me pasa todo el tiempo?
- ¿Estoy intentando escapar de algo?
- ¿Qué es eso que quiero ocultar o que no deseo enfrentar?
- ¿Necesito o anhelo algo que no tengo?
Estas pueden parecer preguntas concretas y absurdamente subjetivas, lógicamente tampoco sacarán la respuesta a la luz como por arte de magia, pero sí te ayudarán a establecer un punto de partida.
Divagar en soledad es un arma poderosa para entenderse a uno mismo y para lidiar con ciertos entes del subconsciente que pueden ser la fuente del malestar.
Al estar solo podemos conectar a un nivel más profundo con nosotros mismos y es cuando afloran todo eso que estamos evitando enfrentar. Si quieres hacer una introspección más profunda, toma un diario de sentimientos y escribe en él lo que quieras.
Lo ideal es que te centres en tus emociones, sentimientos y pensamientos recurrentes. Todo lo que te venga a la mente, por más insignificante que parezca, puede ser el hilo conductor del que tirar para desenmarañar todo un complejo mundo interior.
Practica la introspección controlada y habla más contigo mismo. Establece diálogos extensos e intenta explicarte tus propias situaciones. Visualizar a personas concretas con las que sientas confianza y seguridad también ayuda.
En otras palabras, la soledad incómoda se irá cuando puedas sacar a la luz consciente aquello que en realidad te causa angustia, que se oculta en nuestra psique y que usualmente no es la soledad en sí misma.
Si la voz en tu mente en los momentos de soledad e introspección se vuelve hostil, agresiva, irascible o notas que las emociones a las que te enfrentas son de profunda tristeza, es probable que sea hora de pedir ayuda.
Está bien que una persona no sepa cómo aprender a estar sola por su cuenta y para ello están los profesionales.
La soledad nos hace pensar en los pequeños vínculos, el tipo de vida que llevamos, nuestros proyectos, y frustraciones. Representa una ocasión para profundizar, ver los puntos débiles de cada uno y los recursos que disponemos. Si buscamos vivir y conocernos de manera profunda, necesitamos reconciliarnos con nuestro sentimiento de soledad, comunicarnos con ella, sin huir ni escapar con pensamientos o distracciones.