Incluso dentro del campo de la psicología, el ‘Ego’ es un término que puede llegar a ser confuso y difícil de definir de una manera que pueda ser entendida por cualquiera sin que esto lleve a malas interpretaciones. Sin embargo, dada la importancia de este concepto para la vida de las personas, hoy nos daremos a la tarea de sembrar nuestra semilla de conocimiento para que puedas entender al ego fácilmente, con definiciones, ejemplos y herramientas para que puedas reconocerlo y trabajarlo.
Ego: significado desde la psicología
El ego hace referencia a esa parte de la mente que se relaciona con la percepción de uno mismo. Dicho de una manera muy amplia, es una forma que tenemos de referirnos al ‘yo’; es decir, esa entidad en nuestra mente que modula nuestra conciencia, autopercepción e identidad personal.
El psicoanalista Sigmund Freud (nombre que seguramente habremos escuchado ya varias veces) le dedicó una parte importante de su teoría al ego, definiéndolo como ese agente mediador entre el ‘ello’, que es nuestra parte animal, primitiva y dueña de nuestros instintos, y el “superyó”, que es nuestra parte moral y ética, esa conciencia que trasciende a nosotros mismos y que nos dicta lo que es bueno, apropiado y correcto.
El yo, para Freud, es esa parte de la conciencia que negocia entre nuestros instintos y lo que entendemos como moral y ético.
Claro que la definición del ego luego varía según la escuela de psicología que consultemos, por ejemplo, para el humanismo, la psicología cognitiva y la psicología transpersonal puede que el “ego” haga referencia a otros aspectos de la condición humana.
¿Por qué es importante entender y reconocer el ego?
Otra forma de entender el ego en psicología es viéndolo como una instancia psíquica que nos hace capaces de reconocernos a nosotros mismos y a nuestra personalidad y, por ende, es ahí donde se almacena todo aquello que hemos construido de nosotros mismos, esa autoimagen del «quién soy”.
En este sentido, el ego regula muchas de nuestras respuestas automáticas y actitudes ante la realidad, sobre todo aquellas relacionadas con la defensa, la adaptación y el autocuidado.
Actuar desde el ego nos hace propensos a los conflictos, ya que este mecanismo defensivo intentará valerse de trucos para autopreservar esa versión del “yo” ideal que ha construido de sí mismo, evitando con ello procesos de autoevaluación que (supone) nos puedan llevar a la ansiedad y al estrés.
Conocer nuestro ego y sus estrategias nos empodera. Nos permite entender que somos responsables de nuestras acciones y nos da el control sobre la manera en que respondemos ante la vida y los acontecimientos, dándonos mejores herramientas para la resolución de conflictos y para la autoexploración. Esto lleva un profundo proceso de autoexploración y reconocimiento psicológico profundo, pero es alcanzable.
Conocer y entender al ego nos ayuda a ver la vida como es realmente y no desde la perspectiva irreal que hemos construido sobre las cosas.
¿Cómo identificar el ego?
El ego o el yo se forman desde la niñez y es otro importante engranaje que forma nuestra mente. Tal como dijimos antes, es muy importante como mecanismo de defensa para la autoimagen. En este sentido, lo que buscaremos será identificar a este ego en nuestra vida cotidiana para que podamos entender en qué momentos estamos actuando desde él para tomar conciencia.
El ego no es nuestro enemigo, sino otro componente que se puede gestionar mediante la introspección y trabajando en el autoconocimiento.
Ejemplos del Ego:
Estas son algunas pistas que, aunque relativamente comunes y esperables en la condición humana, si se repiten frecuentemente o de manera disfuncional te pueden ayudar a reconocer la presencia del ego:
La búsqueda constante de reconocimiento
Cuando hay una carencia de autorreconocimiento, el ego puede intentar perseguir la validación externa. Esto puede presentarse de muchas maneras, pero por lo general se evidencia como una tendencia a realizar acciones cuyo objetivo es hacer que otros las valoren de manera positiva. En algunos casos, puede haber malestar si otros no validan los logros alcanzados.
Malestar ante la crítica
Si nos sentimos mal cuando alguien nos critica, incluso si lo hace de manera respetuosa y con bases relativamente sólidas de nuestros errores, es un claro ejemplo de que el ego se ha puesto en acción intentando proteger la autopercepción. Esto puede venir acompañado de actitudes evasivas o defensivas.
Valoración personal desbalanceada
Cuando nos comparamos con los demás y nos sentimos por encima o por debajo de ellos, estamos viendo al ego actuando en su máximo esplendor. Para ser más precisos, el ego es el responsable de que nos sintamos bien cuando sentimos que hacemos, tenemos o usamos cosas que nos hacen “superiores” y, al mismo tiempo, incómodos o mal cuando reconocemos a alguien como “superior” a nosotros.
La búsqueda constante de esta comparativa y validación de superioridad, incluso de manera inconsciente, es una señal de que el ego está tomando el control de nuestro actuar.
Motivaciones secundarias
Cuando se trabaja el ego, algunas personas logran darse cuenta de que sus acciones suelen perseguir fines secundarios; es decir, que en el fondo no hacen lo que hacen porque nos les parezca que está bien, sea su deber ético o conveniente, sino que persiguen otra cosa relacionada con lo exterior, como la aprobación de su círculo, la admiración de terceros o evitar ser criticados. Reconocer este tipo de acciones es complejo y requiere de un nivel importante de autoconciencia.
Rencor y resentimiento
Al ego, como el representante de la autoimagen, le cuesta olvidar cuando es atacado o herido, puesto que su función es la defensa de ese concepto que existe sobre el “sí mismo”. En este sentido, suele salir a la superficie y tomar el control cuando nos lastiman, haciendo que guardemos rencor y resentimiento.
Si te cuesta dejar ir los conflictos y sueles interpretar las afrentas como un tema personal que genera malestar prolongado en el tiempo, es posible que sea el ego que se ve incapaz de soltar el pasado.
Dificultad para aceptar la realidad
El ego o el yo es la estancia que se encuentra en el centro de lo que creemos sobre nosotros mismos y, a veces, cuando operamos desde ahí, nos cuesta aceptar ciertos elementos de la realidad tal cual son, puesto que no se adecúan a lo que hemos creado en nuestra mente.
Esto se evidencia de muchas formas, como cuando nos cuesta asumir que cometimos un error y, en casos más serios, cuando nos autoimponemos sesgos de confirmación para evadir hechos que pasan a nuestro alrededor para evitar dañar nuestra autoimagen.
Resistirse al cambio
Nuestro ego no es nuestro enemigo, solo quiere preservar a nuestro yo y eso, muchas veces, parte por no dejarnos alterar esa imagen que hemos hecho del mundo en la que estamos bien, cómodos y tranquilos.
Al tener dificultades para cambiar cosas en nuestra vida, desde el modo de pensar hasta el modo de vivir, estamos experimentando al ego en su máximo esplendor. Sobre todo cuando no nos hacemos responsables de esa resistencia al cambio.
Herramientas para gestionar nuestra relación con el ego
Aunque la mayoría de las personas ven al “ego” como una especie de enemigo interno o como algo “negativo”, la realidad es que el ego o el yo es una parte integrante de nuestra mente, personalidad e identidad individual, con un rol importantísimo en nuestra rutina diaria, por lo que no es algo de lo que podamos deshacernos.
En cambio, sí que se puede entender y gestionar para que no termine controlando nuestras relaciones interpersonales. Algunas herramientas que tenemos a la mano son las siguientes:
Educación y lectura
Al terminar de leer este artículo, ya habrás dado un buen primer paso en el camino para gestionar al ego, el cual consiste en mejorar nuestro conocimiento sobre él, sus mecanismos habituales y sus estrategias de control para que podamos identificarlas y responder ante ellas, evitando así ser autómatas de lo externo y responsabilizarnos de nuestras acciones.
En lo que respecta a nosotros mismos, el conocimiento es poder y, en lo que refiere al ego, nunca fue mejor dicho.
Autoevaluación e introspección
El yo es único para cada individuo, por más que responda de maneras predecibles a nivel general, que es lo que se estudia desde la psicología y, en especial, desde el psicoanálisis. Este yo interior recapitula nuestras experiencias, heridas, traumas, vivencias, éxitos y fracasos, y la manera en que los procesamos para hacerse esa imagen del yo que luego protege con uñas y dientes.
Es clave, entonces, poder hacer una introspección profunda en nosotros mismos para que podamos reconocer esos matices del ego que puedan estar dificultando nuestra relación con otros o limitando nuestra toma de decisiones.
Ayuda profesional
Aunque a todos nos gustan las soluciones simples, como una lista de consejos plana, la realidad es que en la mayoría de temas que refieren a la salud mental y a las profundidades de la mente, la mejor herramienta y el camino “fácil” siempre será contar con la ayuda de un profesional de la salud.
Filósofos y psicólogos pueden ayudarnos a trazar caminos claros que nos permitan entender cómo funciona nuestro ego y cómo gestionarlo eficientemente.
Meditación y mindfulness
La meditación y el mindfulness pueden ayudar a muchas personas a conectarse con su yo y a gestionar los recursos que contiene de manera efectiva, despertando nuestra intuición y permitiéndonos identificar nuestras instancias psicológicas que nos alejan de la conciencia presente.
Aunque suene muy esotérico, esto no es más que una serie de estrategias que nos permiten mantener la mente más centrada y facilita que podamos conocernos mejor y conectar con nosotros mismos.
Eso sí, no es una tarea que sea igual de simple para todo el mundo, por lo que idealmente deben realizarse acompañados de un guía o profesional de la salud.
Escucha activa
Aprender a escuchar de manera activa a los demás y a nosotros mismos es una forma muy útil de desarrollar la empatía y la humildad, que son componentes clave para gestionar el ego. Analicemos nuestro diálogo interior en búsqueda de esos componentes que reclaman validación externa o que, por el contrario, nos empujan a posicionarnos moral y éticamente por encima de los demás, recompensándonos indebidamente en el proceso.
Hasta aquí nuestro recorrido por el campo del ego. Si te ha gustado el tema, déjanoslo saber y no dudes en contactarnos para obtener asesoría personalizada sobre este y otros temas fascinantes de la mente.