Las emociones están mal vistas. En una sociedad donde predomina la razón y lógica sobre cualquier otra cosa, a pesar de los avances, seguimos vetando el malestar emocional. -“No estés triste, no te preocupes, no llores, no tengas miedo”… En seguida intentamos que el otro este “bien”. Pero puede ser que no estés tal como muestras.
Puede ser que necesites más espacio para compartir y expresar tu alegría, tu tristeza, tu enfado o tu miedo. Pero como no está bien visto… pues nada a tragarte tus emociones. Y entonces somatizas. Llega la ansiedad tocando a tu puerta. O la tristeza profunda acumulada. O empiezas a tener dolores de barriga insoportables y tensión en la mandíbula. Y no sabes que te pasa. O piensas que no te pasa nada. –“Tendría que estar bien, tengo una buena vida”.
¿Por qué entonces tengo esta opresión en el pecho?
Porque no reconoces, no gestionas o no compartes tu malestar emocional con los demás. –“¿ Cómo lo voy a compartir si cada vez que digo algo, ni me escuchan?”
Lo adaptativo sería que tras sentir una emoción en el presente le pudiéramos dar un espacio en nuestro cuerpo así como expresarla y compartirla con los demás poco tiempo después de suceder.
Diversos estudios concluyen que cuanto más intensa es la emoción más necesidad tenemos de compartirla.
Así podríamos hacer un tránsito, dejar que venga la emoción y que después se vaya en el presente. Si no reconocemos la emoción y le damos espacio para que cambie de forma; vamos a perpetuar esa emoción y nos podemos ir a dos extremos opuestos. O la vamos a compartir tanto, que al final se vuelve dañina para nosotros porque no la dejamos ir; o por el contrario, la vamos a silenciar y reprimir por tanto, nunca saldrá a la luz, o si sale no con la suficiente intensidad para que la podamos soltar.
Compartir lo que nos pasa con los demás nos ayuda a regularnos, a desfogarnos y a expresar nuestras emociones. Quizá no es suficiente, pero sí necesario. Necesario porque somos seres humanos sociales que necesitamos la comunidad, la comunicación y el apoyo para satisfacer nuestra necesidad de pertenencia al grupo social. No solo es necesario compartir nuestro malestar para superarlo, sino que también compartir nuestras alegrías nos va ayudar a sentirnos con más «calor emocional».
Te propongo un pequeño ejercicio práctico
- Escoge una situación que te haya generado malestar últimamente. Piensa en ella lo más intensamente que puedas.
- Observa qué parte del cuerpo está en tensión al revivir esta situación. Ponte la mano señalando la parte del cuerpo que se te hace más presente.
- Identifica qué emoción o emociones estás sintiendo ahora mismo al pensar en la situación que te ha generado malestar. (alegría, enfado, tristeza, miedo).
- Respira esta emoción cómo si la pudieras abrazar o darle un espacio en tu cuerpo.
- Una vez que le hayas dado un espacio, y te sientas más tranquilo, prueba de compartir con alguien tu experiencia y ponerle palabras ( de esta manera ayudamos al cerebro a pasar del hemisferio derecho al hemisferio izquierdo y le damos sentido a nuestra experiencia).
Si por el contrario, eres de los que se ha quedado enganchado en una experiencia y constantemente la comparte, prueba de hacer este otro ejercicio para poder soltar esa emoción que te tiene atrapado.
Si lo de compartir emociones no es lo tuyo y te das cuenta que te es muy difícil siempre puedes pedirnos ayuda a través de nuestro formulario de contacto.