Para los padres esta situación genera gran malestar, incluso en ocasiones vergüenza y tristeza. Por eso, muchas veces necesitan un psicólogo infantil que les aconseje cómo actuar en el caso de que sus hijos peguen o muerdan.
Hay situaciones que pueden ser más entendibles, como cuando un niño pega a otro porque le ha quitado su juguete, pero otras nos cuesta mucho entenderlas porque el niño pega sin motivo. Por ejemplo, cuando el papa llega a casa y al cogerle en brazos lo recibe con un gran mordisco o manotazo.
¡Como veremos en este articulo, que los niños peguen a otros niños o a sus padres es muy normal en niños pequeños. Entre los 2 y los 4 años estas agresiones son bastante frecuentes. Aquí podrás encontrar factores que influyen en este comportamiento y recomendaciones para niños que pegan.
Estos momentos son muy difíciles de gestionar para los padres, por un lado se sienten avergonzados hacia la persona que han pegado, tienen miedo porque eso suponga que su hijo se convierta en una persona agresiva o en un tirano. Pueden sentirse tristes y frustrados por estar enseñando tan mal a su hijo, que hasta llega a pegar.
Factores que influyen en niños que pegan
La edad que tenga el niño
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es la edad, si el niño tiene entre dos y cuatro años es bastante normal que pueda utilizar la agresión como modo de comunicación. Además tenemos que valorar su capacidad para comunicarse y si puede expresarse bien emocionalmente. Es posible que un niño de 7 años siga utilizando la agresión como medio de comunicación si no ha adquirido las habilidades comunicativas necesarias.
El cansancio físico
El siguiente factor que afecta enormemente, es si el niño esta cansado. El cansancio es uno de los factores que más nos desestabiliza a niños y mayores. Esto se debe a que la comunicación entre la parte emocional y la parte racional se ralentiza, nos cuesta mucho más pensar con claridad. Por ello, recurrimos a estrategias comunicativas menos desarrolladas, como son los gritos, las agresiones o llorar.
El enfado y la baja tolerancia a la frustración
Otro factor que siempre debemos tener en cuenta es el enfado. A veces como padres, es posible que no hayamos estado atentos o no seamos capaces de entender porqué el niño está enfadado. Debemos hacer un ejercicio y colocarnos en su lugar, ver el mundo desde sus ojos, para así, poder entender lo que ha podido enfadarle. Por ejemplo, un niño se puede enfadar porque otro no le haya dejado ser el protagonista el juego.
Estar contento o excitado
Y por último, el factor que más nos cuesta relacionar con la agresión, el estar contento o excitado. La alegría puede ser vivida con un nivel de energía muy alto, y por ello difícil del gestionar. Cualquier emoción que pase el umbral de tolerancia del niño puede llevarle a pegar o morder.
Qué emoción hay detrás de la conducta de pegar
Teniendo en cuenta los factores que predisponen a que el niño pegue, la emoción que acaba desatando la conducta es la frustración por no poder expresar lo que están sintiendo. En realidad, puede haber tristeza, enfado o incluso miedo.
Los niños pequeños son todo emoción, actúan por impulsos, y así es como debe de ser, porque en realidad sus áreas corticales aún no están desarrolladas y no tienen autocontrol. El problema empieza cuando la emoción que sienten es muy intensa, no la saben identificar, no la saben expresar o simplemente no saben lo que hacer con ella.
Cuando son bebés sus únicas vías de comunicación son el llanto y la sonrisa, según van creciendo y van adquiriendo otras habilidades, incluyen también la habilidad de pegar. Si aún no han adquirido el lenguaje, empiezan a utilizar la agresión como un modo más para canalizar sus emociones.
Cómo actuar ante los niños que pegan
Estas son algunas recomendaciones para niños que pegan o muerden tanto a sus padres, como a abuelos tíos o incluso otros niños. Allá vamos:
No le juzgues por su conducta sino por el mensaje que nos quieren transmitir
Nunca confundir la agresión con la violencia. Es muy sencillo que pensemos que lo ha hecho a propósito o por placer. Sin embargo, no suele ser así, solo comportará una conducta violenta si el pegar o morder se mantiene en el tiempo a pesar de haber desarrollado ya una buena capacidad de comunicación emocional.
La clave esta en anticiparte a su forma de actuar
Cuando el niño empieza a interactuar con otros pero aún no se maneja bien verbalmente debemos tener mil ojos. La anticipación es clave, sobretodo en momentos en los que vemos que aparecen los factores desencadenantes. Pregúntate ¿está cansado? ¿Está demasiado excitado? ¿Está enfadado? Si la respuesta es si, nos toca ponerle mil ojos encima y estar pendientes de cualquier cambio.
Actúa con firmeza pero desde el cariño
Y sí aún anticipando, el niño pega o muerde, nos toca actuar. Con actuar no hablamos de reñir o de castigar, sino de hacerle ver que como padres no toleramos que haga daño a otros niños u a otras personas. Para poder hablar con él, le apartaremos de la situación conflictiva, a un lugar donde pueda sentirse más seguro y tranquilo.
Trata de darle un espacio para que te pueda entender con claridad.
Pon palabras a sus emociones y explícale también qué sientes tú cuando pega
Cuando esté más tranquilo, le hablaremos desde el cariño y la calma y le explicaremos lo que ha pasado, intentando ayudarle a ver qué es lo que ha sentido, porqué ha actuado así y las consecuencias que eso puede tener. El objetivo debe de ser, poner en palabras lo que el niño quiso decir con la conducta de pegar.
Ofrécele opciones y alternativas a la conducta que no te gusta
¿No quieres ir en el carrito? ¿Prefieres ir caminando o en el patinete? Aunque esta intervención haya sido maravillosa y estemos muy orgullosos de nuestro niño, sentimos decirte que es muy posible que la conducta se repita de nuevo. Aquí lo que nos toca es tener paciencia, mantener la calma y explicarle muchísimas veces lo anterior, hasta que pueda llegar a integrarlo.
Aprender a gestionar sus propias emociones con juegos adaptados a su edad
Vamos a ser positivos, ¿qué ocurre si somos capaces de anticipar el pegar? Estamos en el parque el niño está jugando con otros niños y empezamos a notar que esta cansado y sobrexcitado, nuestra intuición nos dice que eso puede acabar en agresión en cualquier momento. Perfecto, tenemos la oportunidad de reconducir la situación.
El objetivo aquí será ayudarle a entender sus emociones y poderlas expresar. Para ello, después de retirarlo de la situación conflictiva le hablaremos con mucha calma. Aprovechamos para evaluar su nivel de alteración. Si su nivel de energía es muy alto, deberemos ayudarle a soltar.
Cuando ya se haya regulado un poquito podemos ayudarle a identificar qué emoción está sintiendo. Para ello, podemos utilizar cartas emocionales que le ayuden a identificar su emoción. En este sentido, en consulta utilizamos mucho los juegos de Mut Kids, son geniales.
Con la emoción identificada podemos guiarle a hacer algo positivo con ella. Por ejemplo, abrazar, respirar, pintarla, escenificarla o dibujarla.
Consejos para padres con niños agresivos
La disciplina positiva para los niños que pegan es la mejor herramienta. Lo primero en lo que debemos fijarnos es en el ambiente familiar. Si tenemos un alto nivel de estrés donde hay gritos, agresiones o fuertes reacciones es mucho más fácil que el niño pegue. Relajar el ambiente ayudará a que el niño mejore.
Por otro lado y como hemos visto en las anteriores recomendaciones para niños que pegan la mejora en su capacidad para comunicarse emocionalmente va a ser clave para que el niño deje de pegar o morder. Hacer el esfuerzo por mantener comunicaciones emocionales en casa entre los adultos facilitará mucho que el niño también comience a comunicarse.
En vez de castigarle, refuerza su conducta positiva desde el amor.
Así mismo, explicarle con claridad y con cariño que la conducta de pegar no es aceptada pero la entendemos. Para ello es importante elogiar todas las situaciones en que el niño maneja su emoción sin pegar o mover.
Si a pesar de estas recomendaciones para niños que pegan, el niño sigue pegando o mordiendo a otros niños durante un tiempo prolongado o no consigue comunicar bien sus emociones, sería conveniente consultar con un psicólogo infantil.