El trastorno de identidad disociativo (TID) es una afección de la salud mental muy poco habitual que puede llegar a afectar de manera drástica el correcto desenvolvimiento de una persona en su vida cotidiana y provocar a su vez una carga en su entorno, sin que la persona siquiera lo note por un tiempo. Es importante conocer y estudiar este trastorno de doble personalidad, como se le llamaba anteriormente, para poder desestigmatizarlo y que los pacientes sean capaces de buscar ayuda a tiempo.
¿Qué es el trastorno de identidad disociativo? (TID)
El trastorno de identidad disociativo (TID) es un trastorno mental que se caracteriza por la presencia de dos o más estados de identidad.
Frecuentemente, las entidades o personalidades no tienen conciencia de la existencia de las otras, por lo que este trastorno se suele presentar por primera vez como un paciente que alega una pérdida de memoria esporádica sin haber otra causa física aparente para este problema.
Este curioso funcionamiento se cree que surge como una respuesta defensiva involuntaria donde según qué estímulos, la mente deja el control a una entidad de personalidad que en teoría pueda manejarla mejor.
En este sentido, es muy frecuente que las entidades no tengan acceso a las memorias que experimentan las otras personalidades o que las recuerden de manera despersonalizada.
El trastorno de identidad disociativo o trastorno de personalidades múltiples, como se le conocía al principio, es bastante complejo, con síntomas que pueden confundirse con otras condiciones físicas o de la salud mental y que genera controversias incluso entre los mismos especialistas.
¿Qué causa el trastorno de identidad disociativo?
Hasta ahora no existe una sola explicación que pueda encajar en todos los casos, pero en más del 90% de ellos se encuentra la presencia de un abuso infantil de manera prolongada y repetitiva en el tiempo o la negligencia en los cuidados durante la infancia.
En líneas generales, hay un consenso mayoritario entre los profesionales que apunta a que este trastorno es una respuesta ante un trauma particularmente perturbador y terrible que, por su naturaleza, obliga a la mente a disociarse, creando identidades paralelas que puedan encapsular el trauma para no afectar al “yo” principal, si es que queda alguno después de la fragmentación.
Esta respuesta encaja con el hecho de que las identidades pueden tener trozos fragmentados de traumas importantes.
En algunos casos, se cree que el intenso dolor que puede surgir de la frustración de anhelos profundos, combinado con otros factores poco comunes como una mentalidad con altas capacidades disociativas, depresión y otros trastornos de la personalidad (como el trastorno límite y el evitativo), pueden terminar en el desarrollo de un TID.
Haciendo un análisis escueto y bastante simplificado en general, podemos decir que entre las causas principales se encuentran:
- Un profundo trauma en la infancia como un abuso sexual, físico o mental reiterativo y prolongado.
- Estar expuestos a entornos de guerra, accidentes aparatosos y violentos o presenciar actos atroces como secuestros o violaciones.
- Perdida de ambos progenitores en la infancia, especialmente en entornos violentos.
- Trastornos de la personalidad preexistentes, combinados con estrés postraumático, depresión o abuso de sustancias.
- Intervención negligente de un entorno sociocultural tóxico en una persona con altas tendencias disociativas o fantasiosas, así como la mala intervención terapéutica.
Este trastorno, a pesar de ser poco frecuente, afecta aproximadamente al 1% de la población mundial.
Síntomas del TID
Los síntomas del TID suelen variar ampliamente dependiendo del caso en particular, ya que cuando se trata de afectaciones de la personalidad y de la salud mental en general raras veces hay absolutismos idénticos para todos los casos.
Lo más frecuente con lo que nos encontraremos es con personas que experimenten amnesia disociativa o fugas disociativas, que no son como un simple olvido de algo puntual, que le puede pasar a cualquiera, sino que se tratan de episodios completamente en blanco donde el paciente olvida cosas muy íntimas como haber conocido a alguien, salir de casa, hacer la compra, ir a trabajar, etc.
Aunque la intensidad del borrado y los lapsos en los que ocurren pueden variar mucho entre individuos.
Ahondando más en la memoria, nos encontraremos con que el paciente ha olvidado selectivamente fragmentos importantísimos de su vida, muchas veces asociados al trauma.
Es como si el lienzo que cuenta la historia de alguien estuviera incompleto, a veces con recuerdos que se experimentan en tercera persona o que simplemente no están incluso cuando son tan importantes como los padres o datos concretos de sus abusadores infantiles.
Si el proceso disociativo comenzó a raíz de un accidente o un suceso traumático violento, es normal que el paciente no recuerde estos episodios de lucha, dolor o padecimiento, ni los que ocurran en el futuro y que puedan estar asociados al trauma original.
En general, veremos que estas personas tienen vidas frenéticas, muchas veces marcadas por los dolores de cabeza, autolesiones no suicidas, depresión y recientemente se ha descubierto que presentan síntomas de primer rango Schneiderian, algo que hasta ahora se creía exclusivo de las personas con esquizofrenia.
En raras ocasiones, podremos encontrar pacientes con TID severo que se refieren a ellos mismos en tercera persona (“nosotros”, “ellos” o “él/ella” en lugar de “yo”).
Todo esto, por supuesto, combinado con la presencia de personalidades claramente diferenciables que pueden aparecer de manera repentina o paulatinamente en medio del día a día ante diversos estímulos.
¿Se puede saber si alguien finge un TID?
Es complejo saber si una persona está fingiendo efectivamente tener varias personalidades, aunque razones lógicas para ello no faltan, como puede ser el caso de ayudas del gobierno o el intento de eludir consecuencias legales. A esto se le conoce como «malingering».
Por esta razón, es importante que sea un profesional de la salud el que pueda dar el diagnóstico, luego de una evaluación minuciosa y concienzuda del historial clínico y personal del paciente, descarte de condiciones preexistentes, pruebas estandarizadas y peritajes psicológicos.
Para lograr un diagnóstico claro se deben evaluar esas acciones inconscientes del comportamiento del individuo que sean consistentes con el rasgo de personalidades disociadas.
Tratamientos conocidos
El tratamiento y pronóstico de una persona con TID varía mucho dependiendo del caso, el nivel de trauma y la predisposición del paciente al tratamiento, que puede llegar a ser largo y complejo, mientras se consigue lo que denominamos una integración de las personalidades.
Sin embargo, es posible recuperarse de un TID al punto de que el paciente puede llegar a hacer una vida medianamente normal.
Entre los tratamientos conocidos se recomienda la terapia cognitivo-conductual, la terapia de integración, los medicamentos antidepresivos (que ayudan a regular los síntomas, pero no curan el trastorno) y las terapias de grupo.
Es importante entender que este es solo un aproximamiento a lo que es un trastorno de doble personalidad o TID realmente, por lo que no se busca sustituir la ayuda profesional. Si alguno de los síntomas que hemos hablado aquí coinciden con tu caso, consulta con ayuda especializada.