Dentro de cada uno de nosotros viven dos personajes, dos saboteadores internos que se pelean entre ellos. Son esas voces interiores que invaden nuestra mente, y nos van mareando en el día a día. Fritz Perls, los llamó el «perro de arriba» y el «perro de abajo». Cada uno tiene un rol bien diferenciado dentro nuestro. ¿Te suenan éstas palabras? Tengo que hacer cosas de trabajo….uf que palo las hago luego…. Tengo que limpiar la casa… mañana sí eso…. No me tengo que poner nervioso…. uf pero me tiemblan las piernas….. Todos estas frases ejemplifican nuestros pensamientos que la mayoría de veces son opuestos. ¿Sabes identificar tus pensamientos saboteadores? ¿Sabes qué hacer con ellos?
El perro de arriba o el que manda
El “perro de arriba” se ocupa de todos nuestros mandatos, todas las cosas que nos vienen impuestas, aquellas cosas que DEBEMOS hacer, sobre todo, estas ideas vienen de parte e nuestros padres y también del entorno que nos rodea. Son los mandatos sobre cómo tienen que ser las cosas y la terapia gestalt les llama “introyectos”.
La mayoría de veces, estas ideas que nos vienen impuestas no las hemos podido decidir nosotros, sino que se nos ha educado para que cumplamos, y cómo si fueramos un piloto automático, las hacemos sin pensar.
Ej: Tienes que ser buena persona
No debes de llorar
Sé fuerte
Has de ser responsable
Has de hacer las cosas perfectas
Debes divertirte más
Debes adelgazar
El “perro de arriba” es el que ejerce de policía, de protector de los “deberías” que impone el buen hacer, el de este modo se convierte en un moralizador, mandón, represivo. Así que de algún modo apuesta por unas conductas aprendidas sin asimilar que él cree que le darán bienestar.
Si algunos de estos deberías que hemos aprendido de pequeños no se cumplen, entramos en conflicto y esto nos genera mucha ansiedad. Si por ejemplo, no puedo ser fuerte siempre, vivo muy mal la vulnerabilidad, o si las cosas no me salen perfectas, vivo muy mal el que me salgan las cosas no tan bien.
Puedo identificar a «mi perro de arriba» plena en acción cuando siento que lo que hago en determinada situación “no es suficiente”, cuando me exijo y me acuso de “ser un blando”, de “estar perdiendo el tiempo”, cuando me torturo con la culpa de algo que hice o no hice, cuando me comparo con mis compañeros de trabajo, cuando me juzgo por “no ser perfecto” .
El perro de abajo o el el mandado
En cambio el “perro de abajo” lucha por satisfacer nuestros deseos, instintos, necesidades, por aquellas cosas que pedíamos de forma natural y cuando éramos unos niños. Si hacemos un simil, el «perro de abajo» sería nuestro niño interno y el «perro de arriba» sería nuestro adulto interno, el que pone las normas.
El «perro de abajo» dice: «no puedo o «no quiero» hacer esto que me manda el «perro de arriba». Trata de controlar, de un modo pasivo, sabotea olvidandose de las cosas, fracasa. A veces representa a la victima dentro nuestro. Aplaza las tareas, se confunde y nunca se compromete.
El «perro de abajo» dice: «ya lo haré mañana, qué pereza me da todo, no puedo, me da palo” y con todo este lio, la pobre personalidad fragmentada y dividida, agotada de las luchas entre los dos perros, se pregunta sin descanso: “porqué no puedo ir a correr una vez por semana si sé que lo necesito, porqué me siento tan mal si fallo en una evaluación,etc.
Resolver el conflicto entre el «perro de abajo» y el «perro de arriba»
Según la terapia gestalt, la ansiedad es justo la expresión del conflicto entre las dos partes de la persona. Aparece cuando lo que deseamos se opone directamente a lo que debemos hacer. El conflicto se manifiesta cuando nuestro «perro de arriba» no nos deja realizar algo que necesitamos, por ejemplo, si no nos da permiso para dejar de ser fuertes, y necesitamos un abrazo, nos empeñamos en continuar siendo fuertes, y sin necesidad de afecto, aquí puede aparecer ansiedad claramente. Tambi
Para resolver este conflicto interno podemos establecer un diálogo entre estas dos partes de uno mismo hasta que las dos partes puedan llegar a un acuerdo, negociar para que dejen de competir y colaboren para conseguir lo que se requiere.
Habría que lograr que “el perro de arriba” permita cubrir nuestras necesidades, mientras el “perro de abajo” nos da permiso para realizar lo que creemos que debemos hacer. La ansiedad desaparece cuando nos aceptamos de forma completa a nosotros mismos. Cuando podemos aceptar a nuestro «perro de arriba y a nuestro perro de abajo».
Desde la terapia se facilita este diálogo entre las dos partes con el propósito de establecer una negociación entre ambos. Ambos «perros» son asimiliados como parte de nuestras personalidad. Al lograr que tanto uno como otro “cedan” ante la negociación, «el perro de abajo» ya no necesitará sabotear al perro de arriba .Al dialogar, ambas partes de la personalidad llegan a un acuerdo en el que cada una obtiene lo que desea, por lo que dejan de luchar.
Tomar contacto con las dos partes, implica poder integrar a nuestros saboteadores, de la forma que ya no cumplan la función de saboteadores, sino de potenciadores de nuestro yo.
Estoy en esta silla
Para que tu me veas
Siento el latir de mi corazón
Y me siento a mi mismo.
Te veo observando
Como sea que me muevo
Y te veo pillándome
En mi propia brecha.
Estoy con dolor
No voy a revelar
Mi lucha en vano
Mi querer esconder
Mi dolor insiste
Me estoy arrancando
Y sigo defendiéndome
Del precio que he de pagar.
Tengo que hacerlo
Aunque me muera de temor
Prefiero atravesarlo
En la esperanza de que tal vez
Llegue a ser verdadero.
“Dentro y fuera del tarro de la basura” Ed. Cuatro Vientos, Chile. 1975)