La dependencia emocional es igual a miedo. Miedo a perder a la otra persona, miedo al vacío y al abandono. Sin ti no soy nada, dicen muchas canciones. Sin ti, me muero, sin ti mi vida está vacía. Estas frases tienen una manera de entender el amor, como si fuéramos medias naranjas, como si fuéramos niños desvalidos, dependientes de otra persona para ser felices. Estas frases tienen que ver con nuestro niño interior, herido. Estas heridas, no curadas se nos van repitiendo en nuestros vínculos, una y otra vez.
El MIEDO infantil al abandono
De bien pequeños forjamos un tipo de apego específico con nuestra madre, que nos condiciona para nuestra vida adulta. El vínculo que forjamos en nuestra niñez con nuestra madre, se hace muy presente a lo largo del resto de nuestra vida.
En el vínculo ansioso o ambivalente, que describía Bowlby, el niño se muestra ansioso cuando la madre se marcha y teme ser abandonado, pero cuando está presente y lo intenta consolar, se muestra resentido porque se ha marchado, y no hay forma de calmarlo. Esta interacción refleja muy bien lo que luego de adultos experimentan estos niños.
En la adultez serán personas con temor a ser abandonados, tendrán miedo a que las relaciones se terminen. El adulto dependiente continuamente se encuentra sufriendo necesidades emocionales, que no logra satisfacer, principalmente de falta de afecto. Se apega a alguien que idealiza. Dice ni contigo ni sin ti.
La pareja en vez de ser, una relación de adultos, se convierte en una relación de PADRE – NIÑO, donde el amor no se entiende de la misma forma. El niño herido vive el amor, con apego, enganche y dependencia. Sin la otra persona «no es nadie». Se pone en un lugar de sumisión, en un lugar de «yo soy inferior a ti». Busca constantemente la aprobación de los demás para reafirmarse.
Es tal el miedo al abandono, que el niño (que tiene forma de adulto) se engancha como si fuera una lapa a la otra persona, y aunque, la relación sea tóxica, no sabrá despegarse del otro, por miedo a quedar solo, y reabrir viejas heridas. La relación se va desgastando, y el niño ( vestido en forma de adulto), soporta todo lo que le echen encima ( maltrato, insultos, humillaciones), y se deja en un segundo plano.
«Ya no seré esclavo de mi pasado emocional sino que viviré mi presente con emoción.» -Walter Riso-
Recuperar al niño interior para quedar libres de la dependencia emocional
Para poder romper la dependencia emocional, primero es necesario revisar, la infancia y las viejas heridas infantiles, para una a una, ir sanando y curando para hacernos libres, y poder tomar a nuestro adulto, no solo en apariencia física, sino también con todo lo que eso conlleva.
Es urgente que recuperemos este niño interior, para poder librarnos de dependencias y cadenas que nos atan y nos impiden tomar las riendas de nuestra propia vida.
La dependencia emocional se disipa, cuando tomamos consciencia de ella, sanamos viejas cuentas pendientes con nuestros padres, y nuestro niño, y a la vez, empezamos a responsabilizarnos de nuestra vida, tal como es. Solo así, podremos soltar esta dependencia y mirar a nuestro presente y nuestro futuro con claridad y presencia. «Cuando descubres que tú puedes ser el mejor FAN de ti mismo, abandonas el hábito de mendigar la aprobación de los demás. «– Rafael Vidac- Por tanto, para superar el miedo al abandono, es importante recordar, que no nos pueden abandonar. Podemos ser dejados, o dejar una relación. Pero, como seres humanos, somos naranjas enteras, y tenemos la capacidad de autoregularnos y tomar fuerza para realizar nuestra propia vida.