A menudo nuestra emociones son engañosas. Sentimos una emoción y en realidad estamos experimentando la emoción contraria. Hoy os traemos el cuento de la tristeza y la furia para que reflexionéis sobre esta cuestión.Las emociones son necesarias para nuestra evolución y desarrollo como personas. El problema viene cuando debido a nuestra historia de vida, aprendemos a tapar una emoción con otra. Reprimimos nuestras emociones porque nos han enseñado que algunas son negativas y otras positivas. Esto lo aprendemos en nuestra primera infancia y lo trasladamos a nuestra adultez de manera inconsciente. Entonces, si hemos aprendido que no podemos enfadarnos, cada vez que sintamos enfado, vamos a sentir otra emoción que sí esté bien vista, como por ejemplo, la tristeza. O al revés, si me han enseñado que no puedo estar triste, cada vez que necesite estarlo, voy a sentir rabia y esto va a tapar la tristeza. Es una especie de mecanismo de defensa que nos ayuda a camuflarnos en lo que está “bien visto”, por nuestra familia y por la sociedad.
Os dejamos como ejemplo un cuento que habla de la tristeza y la furia que ejemplifica muy bien esta reflexión.
El cuento de la tristeza y la furia
Un día de verano muy caluroso iba la tristeza por un camino. A un lado vio que había un lago y decidió bañarse para sacarse de encima la sensación de calor. Dejó sus ropas junto a éste y se metió en el agua. La casualidad quiso que la rabia pasara justo en ese momento por ahí. Viendo tan a gustito a la tristeza nadando, decidió darse un baño ella también. Por ello, dejó sus vestidos al lado de los de la tristeza. Estaban las dos en el agua disfrutando del momento, cuando unos truenos empezaron a sonar y unos relámpagos aparecieron en el cielo.”- ¡Vaya tormenta se avecina!- dijo la tristeza-.Me voy a ir corriendo. No me gustaría que me pillara en el camino.” “Creo que voy a hacer lo mismo”, respondió la rabia.
Las dos salieron precipitadamente, tomaron sus ropas corriendo y se fueron en direcciones opuestas. La tristeza empezó a vestirse mientras caminaba. “Esta no es mi vestimenta. He cogido el ropaje de la rabia” se percató. Lo mismo le sucedió a la rabia. Y desde entonces, cuando uno se encuentra con la rabia, debajo está la tristeza. Y cuando uno se encuentra con la tristeza en realidad habla con la rabia.
La tristeza y la furia, Jorge Bucay, Cuentos para pensar. (Adaptación de María José Pubill del libro: Guía para la intervención emocional breve.)
¿Es bueno entonces tapar las emociones?
Tal como explicábamos en este artículo sobre los 10 mitos de las emociones, tapar las emociones es perjudicial para nuestra salud. Es necesario que aprendamos a reconocer nuestras emociones en nuestro cuerpo para después poder gestionarlas y expresarlas de una manera sana para nosotros. Recordad que no hay emociones buenas o malas, todas son necesarias para nuestro crecimiento. Lo único negativo es cuando dejamos que estas emociones se queden atrapadas en nuestro cuerpo.
Por tanto, reconoce tu sensación física, ponle nombre a esa emoción, dale espacio en tu cuerpo, y esto te permitirá dejar que la emoción se marche y puedas estar con otra nueva emoción.